domingo, 12 de junio de 2011

LA CONCEPCIÓN NO ES JARDÍN PARA VIEJOS


LA CONCEPCIÓN NO ES JARDÍN PARA VIEJOS
Mañana de domingo a las 10.30 de la mañana. El parque botánico debería estar a rebosar de visitantes; sin embargo, está vacío. Produce enorme sorpresa que no haya casi nadie en un lugar tan famoso, tan mitificado y tan maravilloso.
Pero en seguida queda claro el motivo del vacío. El parque es mucho más extenso de lo que sugiere el nombre oficial de “jardín botánico”; es tres o cuatro veces más grande que el botánico de Madrid e incomparablemente más escarpado. Son numerosos los senderos y las bifurcaciones posibles a seguir; hay algunas flechas indicadoras, pero poco o nada aclaratorias; si uno se despista a la mitad de la visita, puede encontrarse dando vueltas alrededor de un mismo lugar sin posibilidad ninguna de saber con certeza dónde se encuentra, hacia adónde está la salida ni los monumentos que desea ver, pues estos sólo están señalizados cuando se está a pocos metros de ellos.
A la entrada, obsequian con un “plano” que a la primera ojeada resulta ser un jeroglífico chino completamente indescifrable. Ni siquiera con lupa es posible encontrar en él una RUTA eficaz para contemplar los puntos principales. DE modo que uno debe aventurarse guiado sólo por la intuición; pero unos senderos tan umbríos y tortuosos mueven demasiado a la confusión; toda persona de una cierta edad se ve obligada a desistir de la visita a la media hora de caminar entre sudores confusos. Jadeante y decepcionado, el visitante que aborda el recorrido sin guía tiene que desistir en cuanto le vence el cansancio. Sólo jóvenes y, a lo máximo, treintañeros, pueden recorrer La Concepción en estas condiciones.
El turista más curioso de visitas culturales suele tener cierta edad. Es menos probable que familias jóvenes con hijos pequeños busque algo más que playas. Da la casualidad de que el turismo de mayores y jubilados es muy abundante en esta tierra, pero no se le incita a visitar la Concepción y, desde luego, se le hace desistir si por casualidad se aventura a ir.

Hace más de veinte años, sugerí al alcalde ignorante un medio para convertir en muy numerosas las visitas a La Concepción. Bastaría con instalar cinco o seis quioscos en puntos estratégicos, donde se venderían productos típicos (pasas, higos, vino, aguardiente, artesanía); quioscos atendidos por vendedores y vendedoras vestidos con trajes típicos malagueños. Se trataría de personas bien informadas, que conocerían al dedillo los senderos, de manera de poder informar a los visitantes. Tal como hacía siempre aquel alcalde con quienes trataban de contrarrestar su ineficacia, me trató con su acostumbrado desdén-presuntuosidad y ni siquiera se tomó la molestia de escuchar toda mi argumentación.
LA CONCEPCIÓN DEBE SER REPENSADA. Es muy decepcionante que, en junio, el parque se encuentre vacío una cálida mañana de domingo.

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