lunes, 8 de abril de 2013

Confirmado que la colina de Dra Abu el-Naga era un cementerio aristocrático del antiguo Egipto



El Proyecto Djehuty, liderado desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha descubierto en la colina de Dra Abu el-Naga, en Luxor (antigua Tebas), los enterramientos de cuatro personajes pertenecientes a la élite de la dinastía XVII del antiguo Egipto, que vivieron hace unos 3.550 años. Estos hallazgos, realizados durante la XII campaña de excavaciones arqueológicas, arrojan luz sobre un periodo histórico poco conocido en el que la ciudad de Tebas se convierte en capital del reino y se asientan las bases del imperio, del dominio egipcio sobre Palestina y Siria, al norte, y Nubia, al sur. 


La dinastía XVII se enmarca dentro del periodo histórico denominado Segundo Periodo Intermedio (entre 1800 y 1550 antes de nuestra era), caracterizado por la hegemonía de gobernantes de origen siro-palestino asentados en el Delta oriental. Se trata de una época de gran complejidad política, en la que la monarquía no controlaba todo el territorio y el poder efectivo se hallaba en manos de los gobernadores locales.

El propietario de una de las tumbas descubiertas fue un personaje llamado Intefmose, a quien las tres inscripciones halladas en su interior, una de ellas acompañada de un retrato en relieve, denominan “hijo del rey”. “Creemos que Intefmose podría ser hijo de Sobekemsaf, uno de los primeros reyes de la dinastía XVII, del que apenas tenemos información histórica”, explica José Manuel Galán, del Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo.

La tumba de Intefmose consiste en una pequeña capilla construida con ladrillos de adobe, levantada frente a un pozo funerario de unos siete metros de profundidad que conduce a una cámara sepulcral. A través de un agujero abierto al fondo de esta estancia, se accede a la cámara sepulcral de una segunda tumba descubierta durante esta campaña. La segunda tumba pertenece al dignatario Ahhotep, calificado también como “portavoz de Nejen” (ciudad más conocida por el topónimo griego Hieracómpolis). En la cámara sepulcral los arqueólogos encontraron, como parte del ajuar, tres estatuillas funerarias (shabtis) de barro, pintadas y con el nombre del difunto escrito en la parte frontal. “Dos de estos shabtis se encontraban dentro de sendos pequeños sarcófagos de barro, decorados con una inscripción en los laterales y en la tapa. La tercera estaba envuelta en nueve telas de lino, como si se tratara de una verdadera momia, y cada una de las telas tenía restos de escritura en tinta negra. Estas figurillas son de un estilo muy original y naïf, lo que les da un encanto especial y un carácter único”, añade Galán.

Además, durante esta campaña arqueológica, Galán y su equipo desenterraron el ataúd intacto de un niño que vivió hace unos 3.550 años, así como un conjunto de shabtis y linos funerarios de otro niño, el príncipe Ahmose-sapair, que vivió en la transición de la dinastía XVII a la XVIII.

Esta serie de hallazgos confirman, según Galán y su equipo, que la colina de Dra Abu el-Naga, en el extremo norte de la necrópolis de la antigua Tebas, era el cementerio de la familia real de la dinastía XVII y de comienzos de la XVIII, así como de sus principales cortesanos. Los recientes descubrimientos ayudan a poner en contexto el trabajo realizado en las campañas previas en las tumbas de Djehuty, supervisor del Tesoro de la reina Hatshepsut (ca 1470 a. C.), y Hery, cortesano que vivió unos 50 años antes que dicho escriba real

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